POR ADRIANA DE LA FUENTE, 20 DICIEMBRE, 2018
Según el último informe demográfico de la ONU, del 2017, se estimó que en el mundo hay un aproximado de 7,550 millones de personas, un gran número, que envuelve a cada persona en el planeta, volviendo a la diversidad humana tan grande, y cuyos problemas que la rodean se vuelven tan preocupantes como el mismo aumento poblacional anual.
Entre esos problemas se encuentra la desigualdad, la hambruna, o la pobreza que en diferentes grados nos afectan a todos y son sobre los que debemos preocuparnos, y apoyarnos, poniendo en práctica uno de los valores universales de vital importancia y sobre el que deberían estar sentadas las relaciones humanas, hablamos de la solidaridad.
Y es que, en la situación del mundo actual; en la que el egoísmo, la división y exclusión del vulnerable se acrecienta y fomenta con mayor frecuencia, en donde podemos ver frente a nuestros ojos ocurrir injusticias y quedarnos sin hacer nada, y mientras en lugares donde las personas mueren de hambre, existen otros en donde se desperdicia considerables cantidades de alimento por día; las sociedades solidarias se vuelven indispensables.
Ante este tipo de problemas es que, en el año 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 20 de diciembre de cada año como Día Internacional de la Solidaridad Humana, con el fin de celebrar nuestra unidad en la diversidad y de sensibilizar al público sobre la importancia de la solidaridad.
Además, de ser una forma de recordar a los gobiernos que deben respetar sus compromisos con los acuerdos internacionales y por supuesto, un día para debatir, actuar y buscar nuevas iniciativas para la erradicación de la pobreza.
Así, éste valor universal es centrado para proteger al planeta y garantizar la dignidad para todos, este año, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), tienen un nuevo programa, en el que pone en el centro a la persona y al planeta, se apoya en los derechos humanos y está respaldado por una alianza mundial decidida a ayudar a la gente a superar la pobreza, el hambre y las enfermedades, abogando por cooperación y la solidaridad mundial.
Somos tantos humanos habitando la Tierra, que tomar la mano de alguien que necesita ayuda, o dejar que nos la den, no le hace daño a nadie, al contrario, es un beneficio para aquellos que se encuentran involucrados en un leve o grave problema. Sin importar cuán grande sea el acto, en ocasiones el simple hecho de estar ahí dispuestos a ayudar, marca la diferencia.
