POR MARÍA ENCINAS, 21 SEPTIEMBRE, 2018
El Día Internacional de la Paz, se celebra el 21 de septiembre de cada año, con el objetivo de demostrar el poder que tiene la solidaridad mundial y cómo se encarna en una aspiración de construir un mundo pacífico, para poner fin a los sufrimientos innecesarios causados por los conflictos armados, de igual forma, ofrece un momento para que los pueblos reconozcan los vínculos que los unen, independientemente de su país de origen.
Es un día en el que las Naciones Unidas hacen un llamado al cese del fuego durante 24 horas, con la esperanza de que un día de paz pueda dar lugar a otro y a otro y, en última instancia, al abandono de las armas.
Sin embargo, para lograr la paz no basta con dejar de usar las armas, la paz verdadera requiere la construcción de puentes, la lucha contra la discriminación y la defensa de los derechos humanos de toda la población mundial, a través de la educación, la libertad de expresión, el diálogo intercultural, el respeto de los derechos humanos y la diversidad cultural, así como la cooperación científica.
A los 70 años de la proclamación de este día, siguen surgiendo nuevas fuerzas de división que propagan el odio y la intolerancia. El terrorismo alimenta la violencia, mientras que el extremismo violento trata de envenenar la mente de las personas vulnerables y los jóvenes. En las regiones más pobres y menos adelantadas del mundo se producen desastres naturales ligados a factores climáticos que agravan la imperante fragilidad, aumentando la migración forzada y el riesgo de violencia.
En pleno 2018, la paz se sigue enfrentando a complejas barreras que ningún país puede derribar por sí solo. Para lograrlo, se requieren nuevas formas de acción conjunta entre los gobiernos y la sociedad civil, así como con los organismos internacionales y regionales para llevar un cambio con el propósito de tomar los derechos humanos como base y orientarlos de forma positiva para configurar un futuro más justo y más inclusivo.
En este Día Internacional de la Paz debemos comprometernos con la solidaridad mundial, mantener la paz, cultivarla todos los días en la sociedad, abrir nuestros corazones, tomarnos las manos y tenderlas a los que las necesitan, trabajar codo con codo para avanzar, para lograr prosperidad, protección y hacerlo por un futuro mejor para todos.
