POR ADRIANA DE LA FUENTE, 15 MARZO, 2019
Dormir es una de las actividades más importantes que más realizamos a lo largo de nuestra vida, por lo que cualquier problema del sueño, nos afecta directamente tanto de día como de noche, condicionando nuestra calidad de vida, gracias a que la función del sueño en nuestro organismo es tan importante como la alimentación o la actividad física para el cuerpo.
En la actualidad la falta de sueño es una gran preocupación debido al ritmo de vida que llevan muchas personas, quienes no le dan suficiente importancia a dormir poco o mal, cuando un mal descanso tiene consecuencias negativas sobre el cuerpo y el cerebro, aparte de favorecer el desarrollo de enfermedades como lo son los trastornos del sueño.
Lo que sucede mientras dormimos aún es poco conocido por la comunidad científica, no obstante, se sabe que cada fase del sueño implicada en una tarea diferente: por medio del sueño profundo, se produce la restauración física mientras que el sueño REM se encarga de la función cognitiva, que implica todos los procesos de aprendizaje, memoria y concentración.
Por ello, el sueño no reparador tiene consecuencias sociales y médicas importantes que afectan en la misma mediada a todas las edades y estamentos sociales. A nivel físico, un descanso nocturno inadecuado provoca cansancio, somnolencia, disminución de atención y concentración, lentitud de pensamiento, e irritabilidad, a nivel psicológico suele favorecer el desarrollo de enfermedades como depresión y ansiedad.
Ante toda esta problemática, el tercer viernes de marzo desde el 2008, se celebra el Día Mundial del Sueño, cuyo objetivo es disminuir la carga que suponen los problemas del sueño en la sociedad a través de una mejor prevención y manejo de los trastornos del sueño.
Razón por la que te presentamos tres formas para mejorar la calidad del sueño.
El primero es la “Formula 10-3-2-1-0”, se trata de un método ideado por Craig Ballantyne, coach deportivo en Toronto, para dormir mejor y ser más productivo, su autor lo llama “Día perfecto” por la oportunidad de comenzar el día sintiéndose bien descansado y enérgico, éste consiste en:
- 10 horas antes de ir a la cama: nada de cafeína
- 3 horas antes de ir a la cama: nada de comida o alcohol
- 2 horas antes de ir a la cama: nada de trabajo
- 1 horas antes de ir a la cama: nada de pantallas
- 0: el número de veces que tienes que aplazar la alarma de tu despertador
Este último punto, se encuentra ligado al segundo método, el cual sugiere “despertar rápido ante el sonido de la alarma”, hacerlo es importante porque retrasar el despertador hace difícil el proceso de despertarse, provocando que el cerebro no regule bien el inicio del siguiente ciclo del sueño y, por consiguiente, la sensación de mayor cansancio y falta de sueño.
Por último, el tercer método señala “Siestas sí”, pues dormir la siesta es beneficioso para continuar con energía el resto del día, solo si son cortas, con un máximo de 20 minutos, extenderse impedirá que por la noche conciliemos el sueño.
*Fuentes: Instituto de Medicina del Sueño e Instituto Biológico de la Salud (IBS).