Un recado a Armando Cristeto, personaje de carne y hueso

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POR MICHEL MONTIEL, 06 DICIEMBRE, 2017

La distancia entre el mundo y el tiempo, pareciera no hacerse presente en las palabras vertidas de quien por mucho, desborda la idea generalizada de lo que conocemos como vocación, pues con más de cuarenta años de experiencia en la fotografía, Armando Cristeto es el vivo reflejo de que la pasión y la entrega pueden converger en uno mismo, no sólo como referente inmediato en el ámbito, sino más allá, como personaje icónico a nivel nacional.

Remontándonos a la prehistoria, como señala entre risas Cristeto, su amor por este arte nace con una de las personas más cercanas, se trata de su hermano, el también fotógrafo Adolfo Patiño quien inició su carrera en las artes visuales; una vocación que despertó a muy temprana edad, pues aunque en sus inicios Armando centraba su interés en el cine, convertirse en el asistente de su hermano a los 10 años, sembró en él una oportunidad que más adelante daría cuenta de lo que es hoy en día.

Para el fotógrafo, revelar, imprimir y aprender era una experiencia inexplicable que sólo perfilaba más su amor por el oficio, pese a que se profesionalizó como médico, Cristeto optó por dedicarse de tiempo completo a lo que más le llenaba de vida; la fotografía, pues era ésta su verdadera pasión y aunque consideró dedicarse a ambas profesiones, esta decisión sólo le llevó a darse cuenta de que él no incursionó en la fotografía, sino que fue ésta la que creció con él.

El hoy fotógrafo, investigador, docente, artista y curador compartió parte de lo que conlleva ésta última responsabilidad, pues para la curaduría de una exposición se tiene muchos parámetros y lineamientos, señaló que el principal motivo es plantear sobre qué se va a hacer, así como también, definir el soporte de interés y de ahí, ubicar qué época, qué país, qué tema y qué estilo, para conseguir lo que él llama una amalgama perfecta.

Un curador de fotografía, debe escoger el eje temático que se va a tratar, entre los cuales destacan algunos tradicionales tales como; el paisaje, el desnudo, la naturaleza, los objetos y el retrato, que pueden funcionar como punto de partida, de este modo, se define la época hasta llegar a la elección propiamente de los autores, hasta este punto, afirmó, pareciera que se trata de un trabajo sencillo, sin embargo, la importancia de la curaduría radica en escoger la pieza exacta en la que converja todo lo mencionado, se trata de la pieza clave que evocará una narración más abierta y completa.

Es aquí donde la magia surge, pues en primera instancia se busca que el público la entienda y enseguida que la disfrute, puntualiza que en algunas ocasiones, las exposiciones se encuentran saturadas de textos dejando de lado la propia interpretación de las obras, por ello, la pieza clave es fundamental en esta labor.

Si Armando puede señalar una extraordinaria curaduría como ejemplo, no duda en recurrir a una exposición presenciada por él en 1978 sobre la pintora mexicana, Frida Kahlo; la cual, estuvo a cargo del curador Armando Torres Michua; en definitiva, asevera, era ideal, contaba con las piezas exactas y correctas, desde ese entonces, menciona no ha vuelto a coincidir con otra similar sobe la misma artista.

En la sala, precisamente de Diego Rivera a un lado de la obra ‘Pancho Villa y Adelita’ de Frida Kahlo; Cristeto compartió un poco de su enorme experiencia, acompañada también del incomparable amor a su trabajo; testigo y protagonista de cuatro décadas en la fotografía y el arte mexicano.

Armando Cristeto, es un hombre interesante, tiene fama de fotógrafo y es un conocedor del arte de cuerpo entero; un hombre enteramente feliz, es notorio, particularmente, cuando habla de la fotografía, de su trabajo y del arte mismo.

¡Hay que escucharlo una vez para comprender a la fotografía más allá de la técnica como motivo de existencia!

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