POR MICHEL MONTIEL, 07 NOVIEMBRE, 2017
Hace aproximadamente 17 años, comenzó para Carol Espíndola y Guillermo Serrano lo que sería su más grande y apasionante proyecto profesional.
Carol, inició su trayectoria en la fotografía al casarse con Guillermo, un fotógrafo cuyo oficio heredó de la tradición familiar, y aunque en sus inicios, en las reuniones sociales de las cuales formaba parte, ella prefería tomar las fotos con la firme intención de no aparecer en éstas, el mero hecho de convivir con su compañero de vida, le despertó el amor a este arte que se vio favorecido con la increíble experiencia de usar diferentes tipos de cámaras.
Para el término de la preparatoria, en el proceso de transición a lo que sería su trayectoria profesional, entre claroscuros, Carol ganó el premio estatal de artes visuales, lo que definió para ella su horizonte; el arte de la fotografía.
El primer motivo fueron sus hijas ya que buscaba iniciar el álbum familiar, de este modo, surgió un proyecto en conjunto con Serrano, fue así como ambos decidieron comenzar con la fotografía periodística, y a pesar de que en el estado no se contaba con alguna escuela especializada en la materia, acudieron a cursos en otras entidades para continuar consolidando su formación, mediante la incursión en la fotografía artística.
Por otra parte, a sus 19 años, Guillermo trabajaba en el gobierno como fotógrafo, sin embargo, afirma que esa experiencia la vivió sin haberse asumido como tal, porque aunque sabía tomar fotografías, desconocía la historia de ésta, así como las diferentes técnicas que conforman su aparato teórico e instrumental; había incursionado en la fotografía como un oficio, pero, tres años más tarde, con orgullo y satisfacción ganó su primer premio.
A pesar de que en un inicio soñaba con ser periodista, al conocer el trabajo de Manuel Álvarez Bravo, quien se convirtió en su inspiración y además, el interés por mejorar su propio trabajo, llevó a Guillermo de manera autodidacta a ahondar en el mundo de la fotografía, siempre compartiendo esa pasión con su esposa Carol.
Entre los proyectos de Carol se encuentra ‘La Corteza de Venus’, una serie de fotos que surge como una representación de la equidad de género además, con la cual, busca transmitir la carga que la sociedad le otorga a la mujer, de este modo, con autorepresentaciones, se ha dedicado a exponer el papel de “la mujer perfecta”.
Por otra parte, los proyectos de Guillermo están enfocados a la parte documental, social y antropológica, no obstante, cuando Carol inició la mencionada serie, fue una experiencia única, pues no sólo fue partícipe del proyecto, sino también, vio el crecimiento y desarrollo del mismo, además del impacto que tuvo en sus vidas, pues ambos compartieron su primer desnudo juntos como parte de ‘La Corteza de Venus’.
Después de diferentes tomas, en el año 2011, fundaron el Laboratorio de Arte y Fotografía (LAFO), con el cual, buscan ofrecer actividades de fotografía para comprenderla, entre éstas, destacan conferencias y talleres; se trata de una plataforma independiente y autogestiva, además, cabe mencionar que actualmente desarrollan un programa de residencias en la Galería del Agua, esto con la intención de analizar las formas en que se utiliza la fotografía como un detonador de procesos creativos.
Ambos coinciden en que la fotografía es una forma de vida, además de ser un firme motivo que les ha permitido interpretar el mundo, ese en el cual, la familia representa el mejor incentivo de su actuar y el mejor pretexto para conseguir lo que se proponen; es así como su complicidad, los ha llevado a desarrollar trabajos en conjunto y a participar en diferentes exposiciones fuera del país.
Carol y Guillermo, son irreductibles en sentenciar que los celos profesionales no han sido y jamás serán un factor que se presente en su trayectoria, por el contrario, con una sonrisa sincera, aseguran que antes de ser fotógrafos, son una pareja feliz, y aunque señalan que su trabajo es muy importante, su familia lo es más.